Oraciones a "Jesús, mi Dios"

ORACIONES A “JESÚS, MI DIOS, COMPAÑERO DE CAMINO” (Del libro “En conexión WIFI con Jesús de José Real Navarro)

Ayúdame a prestar atención a mi interior

para escucharte en cada instante diciéndome,

de mil maneras, lo mucho que me quieres.

Sí que sé que el Amor tiene mucho poder,

porque gracias a las personas

que me quieren de verdad.

soy lo que soy.

Ellas me ayudan a ser más yo,

me ayudan a tener un corazón mejor,

me ayudan a saber de qué está hecha la felicidad,

me ayudan a no sentirme solo,

a sentirme aceptado tal como soy,

a sentir mi dignidad y valía como persona,

me ayudan a vivir lleno de ánimo y esperanza,

me ayudan a sentirme fuerte y sacar lo mejor de mí,

me ayudan a hacer posible mis sueños,

me ayudan a vivir lleno de vida y alegría.

Si esto es lo bueno

que hace el Amor humano en mí,

qué cosas tan grandes podrás hacer tú, Jesús,

queriéndome con tu Amor de Dios.

Solo deseo y te pido poderlo experimentar en mí,

poderte escuchar dentro y fuera de mí,

y dejarme inundar y desbordar

por toda tu Amistad.

Solo así sé que podré querer y tratar a los demás

como tú me quieres y tratas a mí.

Solo así, los demás podrán reconocerme

como uno de tus amigos/as.

Te lo pido, Jesús, mi Dios, compañero de camino.

Me gusta la idea de hacer, de donde yo estoy

una pequeña «parcela de Reino»,

un trocito de tierra,

donde se pueda ver

que es posible vivir de otra manera,

que es posible un mundo mejor.

El mundo es muy grande y yo no puedo ca

pero sí puedo hacer mi parte

para ayudar a cambiar el pequeño trocito

donde yo vivo, donde yo puedo influir

con mi forma de ser, actuar y vivir.

 

Ayúdame a descubrir cada día, Jesús,

cuál es mi parte, lo que está en mi mano hacer,

para que allí donde yo esté,

todos puedan saborear cómo se vive

en ese mundo mejor, el Reino de Dios.

Ayúdame, Jesús, a buscar primero,

y antes que nada,

ser solidario y no egoísta,

ser fraterno y no indiferente y frío,

ser pacífico y pacificador,

y no sembrador de enfrentamiento,

ser acogedor, integrador, y no marginar ni rechazar,

ser amable y cordial, y no antipático o cortante,

ser generoso y no avaricioso,

y ser tantas cosas más,

que tanto bien hacen a los demás..

y a mí también.

Y así, estoy convencido, Jesús,

de que si vivo así, buscando ser eso primero,

no me faltará nada de lo que pueda necesitar..

Tú proveerás.

Cuánta confianza y seguridad me da el saber

que todo lo que te pida con fe, me lo darás,

que si busco con fe todo lo que anhelo,

lo encontraré,

que si llamo a tu puerta siempre que quiera,

te encontraré dispuesto

a estar conmigo y ayudarme,

orientarme, fortalecerme, animarme.

Qué más puedo pedir

si estás comprometido conmigo

en ayudarme a ser yo mismo/a,

a desarrollar y sacar a la luz

todas mis capacidades y talentos,

a encontrar mi sitio en la vida,

a superar mis dificultades y problemas.

 

Cuánto quiero conocerte mejor,

y tener la confianza de contarte cada día,

cómo me siento, qué me preocupa,

qué me hace sufrir, qué busco,

qué sueño, a qué aspiro, qué necesito.

Cuánto necesito de ti, Jesús,

para que me vayas guiando, acompañando…

Soy joven, y tengo todo el futuro por delante.

Es largo y difícil el camino de hacerme persona,

madurar, desarrollarme, encontrar mi sitio.

Me pongo en tus manos, Jesús,

para que siempre pueda hacer realidad contigo

aquello para lo que he nacido.

Es lo que te pido, lo que busco,

por lo que te llamo.

Gracias por estar ahí, amigo, mi Dios,

compañero de camino.

Gracias por ser tú mi número de emergencias,

24 horas a mi servicio.

Gracias por estar siempre conmigo.

Gracias por poder contar contigo

cuando el agobio, el desánimo

y tantas cosas más me amenacen,

y sienta que todo mi mundo

empieza a oscurecerse o tambalearse.

Qué mal lo paso cuando me siento así.

Ya sabes Jesús, mejor que nadie,

todo lo que me angustia y agobia,

todo lo que me desanima y entristece,

todo lo que me hunde y frustra,

todo lo que me hace sentir

mis puntos débiles, mi fragilidad.

Saber que no estoy solo/a me da seguridad.

Saber que te importo me llena de confianza.

Saber que cuento con tu ayuda me da esperanza.

Saber que, solo mirando dentro de mí,

puedo encontrarte para hablar y desahogarme,

y me llena de alivio y paz.

Quiero acercarme a ti, Jesús,

cada día y cada noche en mi oración,

para llenarme de tu seguridad,

confianza, esperanza, alivio y paz.

Gracias por quererme tanto,

que antes de que yo crea y confíe en ti,

tú te adelantas y ya crees en mí,

confías en mí,

tienes fe en mí,

en mis posibilidades y capacidades.

Cuánto quiero sentir cada día,

lo mucho que te importo y me quieres,

para que en mí pueda nacer esa fe en ti

que tiene tanta fuerza,

y con la que se puede lograr

todo lo que uno se proponga.

La necesito tanto en mi vida…

son tantos momentos en que

no confío en mí mismo/a,

y me siento con inseguridad.

Te pido, Jesús, que me ayudes a estar atento

para descubrirte siempre conmigo,

potenciándome, valorándome, animándome

para desarrollar todo lo bueno

que has sembrado en mí.

Dame, Jesús, esta fe tan grande,

que nace del sentirse querido/a por ti.

Con una fe así..

en mi vida podré hacer posible

todo lo que tú sueñas para mí.

Ser grande, ser los primeros..

¿quién no sueña con ser así?

Pero Jesús, son pocos

los que sueñan ser grandes y primeros

como tú me propones, sirviendo

y ayudando a los demás.

En el mundo donde vivo,

se valora, se ensalza y sigue

a los que son primeros por sus éxitos, logros..

Se admira, valora, o envidia

a los que son grandes por el dinero que tienen,

o por el puesto que ocupan,

o por el prestigio o la fama que alcanzan…

¿Sabes, Jesús…?

Ellos son los modelos a seguir

que se imponen hoy en día.

Por eso, lo que tú me planteas

es algo que va contracorriente,

pero es algo que, si me paro a pensar,

tiene mucha verdad, mucha razón.

Tiene mucho de revolucionario,

porque así, sí que es posible cambiar el mundo.

 

En el fondo, nadie puede negar

que lo que hace grande a una persona,

es lo que hace en favor de las personas que sufren,

es su compromiso solidario

con quienes lo pasan mal,

es su generosidad y entrega

ante quien tiene algún problema o dificultad,

en definitiva, es hacer a los demás

lo que a uno le gustaría que le hicieran

si estuviera en su lugar.

Así eras tú, Jesús,

así vivías y te comportabas en tu día a día.

Por eso, eres ejemplo y modelo.

Por eso, Jesús, tú, que eres mi Dios,

mi compañero de camino,

eres mi modelo a seguir.

Ayúdame a ser grande y primero

como me propones.

Ayúdame a hacer mi pequeña revolución

allí donde esté,

con mi forma de amar y servir a los demás,

para hacer posible un trocito de mundo mejor.

Si tú eres Amor, y me quieres siempre,

y a todas horas,

con todas tus fuerzas, y con todo tu corazón,

quiero estar cada día «conectado/a

a tu «wifi”, Jesús,

a tu Presencia invisible

que cada día me envuelve

y acompaña allá donde vaya,

para sentir el mucho amor y aprecio que me tienes.

Tú siempre estás ahí, a mi lado,

acompañándome, sosteniéndome…

Por eso te pido estar siempre conectado/a a ti.

Así podré amarte con todo mi corazón,

 

con toda mi alma,

con toda mi inteligencia

y con todas mis fuerzas…

como tú primero haces conmigo.

Así sentiré que existo, que importo,

que soy valioso/a para ti.

Ya poco me importará y afectará,

que me encuentre con personas que no me quieran,

o aprecien, o pasen de mí.

Si tú estás conmigo queriéndome tal como soy,

me llenas de confianza, seguridad,

alegría, autoestima,

y asombrosa capacidad de amar

incluso a quienes no me quieren o aprecian.

Gracias, Jesús,

porque tu amor incondicional hacia mí,

me da la capacidad de querer a los demás

como tú me quieres a mí.

Te pido, Jesús, que tu red «wifi”

sea siempre intensa y potente en mi vida,

para estar conectados y comunicados

sin interferencias,

y poder ser un solo corazón contigo,

siempre abierto a los demás.

Querría vivir siempre alegre, con esa alegría natural

que no es superficial, ni que dura un momento,

sino que está siempre en mi interior.

Reconozco que muchas veces

la pierdo por mil motivos,

y a veces por tonterías.

Recuerdo que, cuando era pequeño/a,

vivía con esta alegría natural.

Disfrutaba de lo bueno

que había en cada momento,

disfrutaba de las cosas sencillas,

de los momentos mágicos de la familia,

de las tareas cotidianas,

de estar y jugar con amigos, compañeros,

de explorar y descubrir cosas nuevas..

 

Quizá por eso dices, Jesús,

que para ser de tu Reino, de los tuyos,

tenemos que ser como niños/as

que están siempre alegres.

Te pido Jesús que, aunque vaya haciéndome

una persona adulta,

no quiero perder esa cualidad

de la alegría de los niños.

Ayúdame a saber ver y disfrutar de todos los regalos

que me ofreces cada día,

para llenarme de tu ALEGRÍA,

a través de tantas cosas buenas que pones ante mí,

a través de detalles de afecto

y amistad que me hacen los demás,

a través de la vida que me regalas cada día,

a través de tantas cosas sencillas…

Pero, sobre todo, Jesús, ayúdame a descubrirte

siempre dentro de mí, en mi interior más profundo,

allí donde continuamente me estás

regalando tu amor y amistad.

Descubrirme así de querido/a,

será la mayor fuente de alegría en mi vida.

Creo que es la misma fuente de la que beben

los niños pequeños, sin saberlo,

porque ellos viven y ven la vida

desde su inocente corazón,

donde tú ya les habitas.

Por eso, para ellos todo es motivo de alegría.

Ayúdame, Jesús, a tener siempre la alegría

y la sonrisa natural de un niño/a.

Si utilizo esta oración

para hablarte en mi intimidad,

y miras con qué palabras empieza,

ya sabes quién eres para mí,

quién quiero que seas para mí,

mi Dios, mi compañero de camino.

Me han hablado y enseñado mucho de ti.

Por los Evangelios sé muchas cosas

que hiciste, dijiste, viviste..

Pero también sé que me falta mucho

todavía para conocerte bien.

Estoy empezando a sentirte a mi lado.

Sé que siempre estás presente en mi intimidad,

aunque muchas veces me distraigo.

 

Cuando la paz me llena por dentro,

sé que tú estás ahí.

Cuando me siento alegre sin razón aparente,

es que tú estás en mí presente.

Cuando siento interés e inquietud

por acercarme a ti,

buscando conocerte mejor,

es señal que estás tocando mi corazón.

Cuando me veo hablándote a solas en mi silencio,

no hay duda de que te tengo

como amigo y confidente.

Cuando veo que, confiando en ti,

venzo todo aquello que me hundía,

angustiaba, preocupaba, deprimía..

quiere decir que me das la fuerza que yo no tenía.

Por todo esto, y mucho más, solo te puedo decir

que quiero que sigas siendo siempre para mí,

mi Dios, mi compañero de camino.

Me doy cuenta de que continuamente

me bombardean palabras de personas,

que de una manera u otra,

me están diciendo que seré feliz

si soy de una determinada manera,

si me divierto de una forma concreta,

si me comporto haciendo unas cosas u otras,

si tengo o compro esto o lo otro,

si voy allí o allá,

y así tantas cosas más.

Al final, lo único que pretenden

es querer manipularme

para hacer lo que ellas quieren,

o les interesa, o para ganarme su aceptación.

No quiero que me manipulen, Jesús.

Quiero encontrar la auténtica felicidad,

y en eso tú, sin duda, me vas a ayudar.

Ayúdame, Jesús a saber distinguir y desenmascarar

las palabras que me proponen engañosas felicidades.

Ayúdame, Jesús, a hacer oídos sordos

a las palabras de tantos

que me marcan caminos de una felicidad vacía,

superficial, pasajera o con trampa.

Ayúdame, Jesús, a ir contracorriente,

a escuchar tu Palabra, tu Amor,

resonando en mi interior, donde tú vives.

Claro que sí, Jesús, cuenta conmigo

para poner en «acción» mi capacidad de amar,

porque en eso consiste poner en práctica tu Palabra.

En eso consiste el que yo encuentre

el camino de mi felicidad.

Quiero ser, Jesús, una persona de «acción»,

como tú lo fuiste,

aportando mi parte para transformar

la pequeña parcela de mundo donde vivo.

Así, los demás podrán ver en mí, en mis obras,

una persona de tu Palabra,

y que con solo verme la cara puedan decir: es Feliz.